miércoles, 6 de febrero de 2013

Adivina quién es...


¿Sabéis quién es?
¿No?


¿Pero a que sí sabéis cómo se llama este cuadro? "El beso", ¡claro! ¡Es Gustav Klimt!

Este señor tan encantador era un pintor simbolista austriaco, unido a Viena durante toda su vida, influyó de forma decisiva en la pintura de los modernistas y contribuyó a que el modernismo se hiciera diametralmente famoso.

La asociación de artistas denominada "Secesión de Viena" creada por Klimt y sus compañeros artistas en 1897 para protestar contra una concepción del arte ya obsoleta, dejó huellas que resultan visibles aún hoy.

Este caballero fue un auténtico revolucionario. Sus obras rompen con lo establecido y aun así no son de mal gusto ni decadentes, ni siquiera raras o tristes, está claro que es un arte bello. 

Con esta entrada declaro mi profundo rechazo al arte que no busca la belleza o la serenidad, uno no es artista por decir que lo es, es artista por sentir que lo bello le sale de dentro, de las entrañas, del corazón, se puede romper con lo anterior sin necesidad de buscar el susto o la repulsa en la cara del público. Solo es necesario pensar como lo hizo Klimt, que decidió un buen día que un beso iba a poder cambiar el mundo.

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