lunes, 11 de febrero de 2013

Vanitas


En castellano, naturaleza muerta. Un tipo de pintura ciertamente interesante. A mi los bodegones no es que me entusiasmen, pero reconozco que este tipo de cuadros, del siglo XVII, me fascinan.

Los bodegones por lo general son pinturas realistas con mesas sobre las que se depositan fruta, verdura, animales, jarrones floridos...aquí hablamos de otra cosa. Muy otra cosa.

Aquí vanitas, esto es, vanidad, no significa soberbia. Nos hablan en realidad de vanidad en sentido de vacuidad, para hacernos ver por medio de la pintura lo efímero de nuestro ser terrenal y lo vital que es nuestro encaminamiento hacia lo realmente importante, el alma. Ver lo material como algo secundario y presentar la muerte como algo cierto que nos anuncia la necesidad de redimirnos. O como se podría resumir :"dentro de unos años todos calvos".
Lo bello de los vanitas viene dado por unas composiciones ordenadas y a su vez, desordenadas, un dominio de la oscuridad en la pintura que los holandeses sobre todo perfeccionaron con valentía, unos elementos constantes y con un simbolismo simple y atrayente, y y unos pintores excepcionales.

Mi favorito: Adriaen van Utrecht. Holandes. Perfeccionista. Arte informador. Muy desordenado y muy meticuloso.



En sus primeras obras consigue brillantes efectos de claroscuro al situar sus bodegones en ­exteriores, mientras que en los bodegones más tardíos utiliza efectos más cálidos y tonalidades marrones. Por lo demás, su estilo cambia poco, aunque se observa una progresiva desaparición de figuras en sus ­cuadros ­finales. Cuando éstas aparecen, suelen estar ejecutadas por otros artistas que colaboran con él, como Theodore Rombouts, Erasmus Quellinus y Thomas Willeboirts Bosschaert, con los que realizó obras de encargo para el príncipe Federico Enrique de Nassau. 

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