lunes, 3 de febrero de 2014

La compra de antigüedades: todo un arte

Sobre gustos no hay nada escrito. Lo tengo clarísimo. Hay coleccionistas de arte que se guían simplemente por lo que está "de moda" o lo que dictan las tendencias. Hay sibaritas del arte que buscan lo exquisito de tal forma que tardan en adquirir piezas porque lo que buscan es tan concreto que les cuesta muchísimo encontrarlo. Hay gente que compra antigüedades por el gusto de sentarse en el salón de su casa con una tacita de café y disfrutar de sus adquisiciones.


También tenemos gente que no puede vivir sin comprar porque en cuanto ven un hueco en casa sienten la necesidad de rellenarlo con la pieza que sea, si es un hueco en la pared pondrán un cuadro, si es un hueco sobre una encimera pondrán un reloj, y si es un hueco en el hall de la entrada un bargueño salmantino.


Pero no sabemos cual de todos estos coleccionistas hace bien o mal en sus compras. De hecho, hay gente asombrosa, me contaron de una señora que fue a una librería anticuaria y pidió 20 libros antiguos con cubierta roja, 20 con cubierta verde y otros 20 con cubierta azul, el resto hasta 130 con cubierta blanca. Resulta que había heredado unas estanterías "globe" estupendas y las tenía que llenar, y esos eran los colores que le iban a hacer juego con el resto de su sala de lectura. Se gastó un dineral en el conjunto, porque necesitaba que todo hiciera juego con todo.

Mi primera reacción cuando me cuentan algo así es de pensar si esta señora estaría cuerda o no, pero es que realmente esta combinación de colores era lo que a ella le iba a hacer disfrutar de la estancia. No vamos a entrar en la cuestión fatídica de si había tirado el dinero o no, ya que como todos sabemos el precio de las antigüedades suele ser relativo (depende de lo que queramos pagar por ellas, siempre dentro de unos valores estimados).

Al final, cada uno de ellos intenta disfrutar de sus adquisiciones, de distintas formas, pero por lo que veo, el resultado es el mismo: todos quieren algo que les guste y que no les canse con el tiempo.


Si compras cosas con luces de neón o gigantescas, posiblemente te termines arrepintiendo, quizás no porque no te guste lo que has comprado, es solo porque te va a terminar cansando. El arte es sutil, y busca nuestro descanso por medio de la apreciación de lo bello, y lo bello no es lo mismo para mí que para ti, pero tu y yo tenemos una capacidad limitada de soportar determinadas cosas estridentes.

Los coleccionistas de arte, todos, compran por razones aparentemente distintas, pero con un mismo fin: el disfrute perdurable de la adquisición. Porque el arte, cuando es arte, no cansa.

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